La numerología como herramienta de autoconocimiento también nos ayuda
Amor también es sanar mis heridas, para no ser la herida del otro.
Amar no consiste solo en dar, ni en entregarse sin medida; amar también significa mirar hacia dentro, reconocer los propios dolores y enfrentar las cicatrices que llevamos. Cada herida no sanada tiene el riesgo de abrirse de nuevo, contaminando la relación con resentimientos, miedos o expectativas no expresadas.
Por eso, el amor verdadero comienza en la responsabilidad personal: sanar nuestras propias heridas, comprender nuestras sombras, aprender a calmarnos a nosotros mismos antes de esperar que otro lo haga. Solo cuando hacemos este trabajo interno, podemos acercarnos al otro sin proyectar nuestros dolores, sin esperar que cure lo que aún nos duele, sin imponer nuestras luchas como cargas.
Amar es elegir conscientemente no repetir los patrones que nos lastimaron, no transferir el dolor que cargamos. Es crear un espacio donde la relación sea refugio y no amenaza, apoyo y no espejo de nuestras heridas. Porque cuando sanamos, nuestras relaciones florecen, libres de fantasmas y de rencores, capaces de crecer desde la ternura y la comprensión mutua.
Amor también es, entonces, un acto de coraje y de cuidado: cuidar de uno mismo para cuidar del otro, sanar para poder ofrecer presencia y no dolor, acompañar sin herir, amar sin lastimar.
- “Amar también es aprender a cerrar mis propias heridas, para que mi amor no deje cicatrices.”
- “No puedo ofrecer paz si en mí habita la guerra; sanar es el primer acto de amor.”
- “Cada herida que curo en mí, hace que mi abrazo sea refugio y no dolor.”
- “Amar es responsabilizarme de mi dolor antes de entregarme al del otro.”
- “Sanar mis sombras me permite ver al otro sin miedo ni reproches.”
- “El amor florece donde no se arrastran heridas ajenas disfrazadas de cariño.”
- “Cuidarme es también cuidar al otro: solo desde la sanación nace un amor verdadero.”

